domingo, 22 de agosto de 2010

VEINTIDÓS

Aquí paro por ahora esta carta. Este unipersonal en el que me encontraba enfrascado desde hace varios meses de espaldas a mi psicoanalista y a mi novia.
Aquí le doy un alto a esto y boto a la basura definitivamente ese video que llevaba desde hace mucho tiempo como si fuera un tesoro guardado en algún repliegue de mi ropa.
Adoro por sobre todo la escena (tenía anotado hasta el momento y segundo preciso) en la que Nicolás Cage, va a buscarla al aeropuerto (que gracioso, ella se iba a París), a decirle, luego de muchos años, que tuvo una especie de sueño en el que ambos volvían a ser algo.
No le pedía una nueva oportunidad, sino apenas una simple tasa de café, una tarde, aplazar su vuelo por un día.
Y pronto estaré quizá nuevamente en París, sin ser Nicolás Cage, sin tasa de café, desprovisto de la posibilidad de decirle alguna vez lo mismo. Recordándola mientras observo desde mi buhardilla caer lentamente la lluvia sobre los tejados de una calle vecina a la mía.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye, como le digo a veces, oye, allí desde la Torre, de tus sueños, desde allí has o haz de mirar las ilusiones reflejaas tal vez en las aguas de algún ríos, alli has o haz capaudaz verás ...tal vez...la realidad...y cuándo?, también kisiera ir, avísa a los keridos de por allá que seguro se alegrarán de verte

Anónimo dijo...

oye...derrepente por el otro lado de la esfera piensa lo mismo un soñador...

kuinzito dijo...

Ya no, querido anónimo. Ya no.

kuinzito dijo...

Ya no, querido anónimo. Ya no.