martes, 24 de agosto de 2010

después de mucho tiempo

Hablé contigo después de mucho tiempo
tu voz no era ni el recuerdo de aquella voz
que cantaba en el coro
entre las misas matutinas y las novenas.
Tu mirada tampoco.
No éramos esa noche tú y yo.
Tampoco nosotros.
Apenas dos extraños
hablando cada cual un lenguage distinto
como dos extranjeros
que derrepente se encuentran en un país lejano
perdidos.
Cada uno con sus propias palabras y gestos
que ya no te pertenecían ni a ti ni a mi
sino a probablemente a otros.
Tú me mostraste las grietas de tus nuevas arrugas
y yo te expuse la simplicidad de mis incipientes heridas.
Aquella velada combinamos de manera imperfecta
tu estirada compañía y mi persistente soledad.
He venido para dar por concluída esta historia -te dije.
No la escribas más -contestaste.
Entonces reparé en que hace mucho había dejado de hacerlo.

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