Me doy cuenta, de pronto, que todo este tiempo transcurrido no ha sido sino como un presagio de este exacto lugar y preciso momento en el que me encuentro.
Instante en el que se presenta ante mí una encrucijada: subir o no subir a ese vuelo.
Pronto estaré a escasas horas de París y de aquel lejano sueño. De aquella vida que me dediqué a fabricar detenidamente, pieza por pieza como si fuera un puzzle (ésos que tienen mil piezas).
Me encuentro frente a una encrucijada -que en nada se parece a la anterior (ésta es real)- en el que se me presenta la consecución de un camino y la probabalidad de un sueño: ¿he de iniciar el camino o entregarme al sueño?
Estoy a los pies de una pregunta intentando robarle la imaginación a la cordura y un poco de elegancia a la serenidad, que por cierto, ya no tengo.
Observo con detenimiento cada escena de aquella película, no como el expectador que he sido todo este tiempo, sino como un personaje que conoce su fatal desenlace y se niega a continuar su camino ya definido por el director. Como el personaje de una película de misterio que sabe la necesidad de su sacrificio pero no obstante se niega a morir en el primer acto.
Preparo un resumen ejecutivo de esta película: una decisión que quizá no fue la correcta, un nuevo encuentro, seguido de un desencuentro, para culminar tomando un taza de café luego de 5 ó 6, irremediablemente perdidos.
Perdidos.
Dice la introducción a la pelicula:"¿Qué harías si tuvieras una segunda oportunidad?"
¿Cuantas oportunidades tiene un hombre y un mujer en la vida?
...
...
¿Quién me ofrece algo más que palabras?
¿Quién un final alternativo?
¿Quién de los dos lanza sus cuestionamientos y respuestas al viento?
...
...
"A las palabras se las lleva el viento"
dijeron las palabras.
"¿Y al viento? ¿Al viento quién se lo lleva?
preguntó el viento.
1 comentario:
Oye soy yo Bettina, pe te pasas ah
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