Deberás identificar
los fantasmas que te acompañaron
desde tu niñez y tu adolescencia.
Deberás comenzar a clasificarlos
por tamaño
por forma
por peso
por la naturaleza de su fetidez.
Deberás llevarlos con engaños
hasta el borde del peñasco.
Deberás abrir la caja
lenta
parsimoniosamente.
haciendo caso omiso
a sus reclamos, desaires o quejidos.
Deberás despedirte de cada uno de ellos
llamándolos por sus nombres y sus recuerdos.
Luego saltar
y sonreír con la sensación del vacío
hasta que tu grito se confunda con el chillido de las aves
y el olor del miedo
-ahora expulsado finalmente-
se desmenuce en trocitos de vidrio
escapando vertiginósamente de tu corazón.
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