viernes, 11 de mayo de 2012

Sólo para chinos (un cuento chino)



Hay personas a las que las unen la alegría, algún detalle compartido, una manía conjunta. A otros, en cambio, nos une algo más profundo y duradero: el dolor, la tristeza, el rencor, la tragedia, la muerte.
No sé de que manera comenzar este post. Todavía siento sobre mi frente esos ojos negros -pequeños, pequeños- como adivinando en silencio mis pensamientos. No, no estas solo. ¿Te das cuenta? Hasta las cosas más minúsculas que parecen no estar relacionadas unas con otras, lo están a manera de justificación, causa u efecto: esa pena que no comprendías, ese abandono repentino, esa pasión casi extinta, la temprana orfandad, esos ojos que jamás te miraron, ese encuentro y posterior desencuentro, esa manera tan particular de decir adiós, las promesas rotas, aquella persona que te rompió el corazón, después otra y otra y otra, hasta que no quedaron ya mas pedacitos para volver a construir el rompecabezas.
¿Por qué a mi? Se lo he oído tantas veces a ese sujeto decirlo en voz alta, en esos monólogos frente al espejo que a veces me asustan (¿estaré loco?). ¿Por qué a mi?
Tus actos y los míos están interconectados a los de los demás. Nada es una casualidad. No es una cuestión divina, No hay un plan concebido ni prediseñado. Nos es una cuestión de Dios. Cada cosa tiene una explicación en otra que le sucede a una persona distinta. Hasta los pájaros que mueren al pie de los árboles sirven de sustento a las jóvenes flores que luego de un tiempo se nutren de su abono.
Tal vez tendrías que ser chino o china para entender esta historia, tal vez no. Tal vez sólo tengas que ser, digamos, un poco humano. Tal vez ya la hayas comprendido hace mucho (incluso antes de leer este post) y esto no sea sino una confirmación tardía de aquello que descubriste.
No sé de qué manera terminar este post. Pero a estas alturas ya poco importa. Probablemente, esto también tendrá alguna explicación: quizá en algún lugar del mundo, estarás terminando de leer esto y no habrás llegado a la última línea y en tus labios se habrá dibujado ya el final de esta historia y ¿por que no? el inicio de otra.

No hay comentarios: