A ti.
Hoy es 28 y vienen a mi memoria tantas momentos lindos: el libro que me leíste por primera vez, tus cassettes de música clásica, la ocasión en que aseguraste que te casarías con Richard Clayderman, el cuento del cohetecito que parecía no tener fin. Te recuerdo luego con tus libros sobre las pirámides, ganímedes, la reencarnación.
Quizá nunca te lo haya dicho con todos sus letras, pero mi vida ha sido una constante búsqueda de modelos. Tú has sido uno de ellos. Recuerdo cuando posaba mis pies -pequeños- en los tuyos y girábamos por la pequeña sala de la casa al compás de la música clásica. Te recuerdo cuidando de nosotros, siempre la hermana mayor que nos llevaba al colegio cogidos de la mano. Te recuerdo con tu uniforme gris, tu cabello rizado, tu sonrisa que siempre me sacaba al final otra igual aunque me esforzara en parecer muy serio.
Luego me hice mayor. Te recuerdo a Cecilia y a ti unidas, siempre amigas, atormentándome con sus acechanzas, con sus bromas, haciendo la parodia de la voz de nuestro perrito oso que me ponía en ridículo constantemente. Te quedaste en medio de dos varones que ni siquiera saben bien como hacerla de amigos. Yo perdí a la que fue la compañera de mis juegos, pero tú, perdiste algo más valioso: a ti se te marchó una amiga.
Es gracioso cómo con el paso del tiempo te vas dando cuenta que algunas rasgos de tu personalidad, que cuando chico apenas eran una sutil característica, se van agudizando. Nos volvemos más viejos, engreídos, excéntricos. Nuestro cabello se va tiñendo de canas, nuestros cuerpos cambian, pero en el fondo todavía somos los mismos.
A veces la vida se convierte en algo diferente a cómo la soñamos. Es algo que te das cuenta mientras te vas haciendo adulto. Es el primer indicio de que te estas volviendo viejo.
Desde lo de Cecilia he pensado que la vida es un regalo, que se le niega a algunos para que otros aprendan de esa lección. Y me ha obsesionado la idea de trascendencia, de legado. De hacer algo realmente significativo con mi vida de modo que las generaciones posteriores pueden encontrar siquiera una huella de mi pasado. Como consecuencia de ello, he querido ser artista, investigador, me he esforzado en conseguir, inútilmente el éxito.
Hace no mucho tiempo veía en la televisión un programa en el que se filmaba a jóvenes matrimonios durante toda la etapa del embarazo de la mujer hasta su alumbramiento. El último capítulo, cuando llegó el momento del parto fue revelador. Se trató de un parto doloroso que demoró más de 14 horas. La muchacha tenía lágrimas en los ojos, maldecía, rechinaba los dientes. Renegaba incluso del momento en que quedó embarazada. Luego se dio el milagro. Vi sus ojos: ahora lloraba de una manera diferente. Cargaba a su pequeño hijo en brazos y comprendí que tenía ante mi la respuesta a mi constante búsqueda de trascendencia: la oportunidad de moldear una nueva vida y hacerla mejer que tú, que yo, que nosotros.
No te dejes engañar por el nombre de este blog. Respeto a los que piensan diferente, pero la vida es un gran regalo para el que la elige. Tu vida, hoy, es una gran regalo porque tú también has decidido optar por ella.
Y el solo saberlo, me llena, al igual que el disco de Clayderman que motiva este post, de esperanza.
Y el solo saberlo, me llena, al igual que el disco de Clayderman que motiva este post, de esperanza.
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