Mi madre solía denominar a ciertas situaciones de la vida como un "diálogo de sordos".
A veces me pregunto por qué existen esas personas que siempre cargan la idea recurrente de hacer referencia al pasado, a un ex novio con el que ya no están, a un hijo que ya se murió, a un barrio en el que no viven.
Muchas veces nos anclamos en el pasado. Otras dejamos que el pasado se ancle en nuestros idas. O nuestros recuerdos nos persiguen.
Pero otras, se trata simplemente que seguimos en busca de las mismas cosas.
No anhelamos al novio perdido, al hijo que ya no está o el barrio que dejamos: deseamos que esa persona que ahora está o los hijos que no perdimos nos quieran de la manera que siempre deseamos, que el barrio en el que ahora vivimos contenga un poquito de lo que algún día soñamos.
Y el no obtener eso por parte del objeto querido te frustra, dando origen a una cadena espirada en el que esa falta de detalles o situaciones deseadas te corta, donde luego tú cortas y ambos terminan, finalmente cortándose.
Tú me cortas, yo me corto, nosotros nos cortamos. A veces siento como si todos jugáramos a ser Átropos, quitándonos unos a otros la desagradable tarea de cortar el hilo de la vida.
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