- ¿Te pasa algo hijo?
- Nada mamá, son solo mis cosas.
Nunca he sabido la manera correcta de comenzar. Siempre me he quedado con el corazón bailoteando en el pecho. Habría sido tan simple decir, sí, me pasa algo. Y contarle lo que desde hace algunos días llevo sumido en mi mente.
- No pasa nada, es solo cansancio.
Recuerdo cuando era apenas un chicuelo de no más de 16 y mi primera noviecita decidió ponerle fin a nuestra relación de apenas 3 meses. En esos tiempos las relaciones solían ser así de extensas.
Quizá fue el hecho que no quisiera probar bocado durante el almuerzo. Quizá que, contrariamente a otras, no me importara que me siguiera hasta la puerta de mi habitación, que ingresara sin llamar previamente a la puerta, que se sentara a un lado, que me tocara con su suave mano la frente.
- Mi pequeño se ha enamorado. Duele mi vida, duele. Llora si quieres llorar. No sientas verguenza.
No había necesidad de decir más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario