domingo, 2 de septiembre de 2012

Scott Pilgrim contra el mundo


El que luche con monstruos
cuide a su vez de no convertirse en uno
cuando miras largo tiempo a un abismo
también éste mira dentro de ti.
Nietzche
 
Tenías razón. Me pasé tanto tiempo luchando con monstruos que al final terminé convirtiéndome en uno.
¿Recuerdas los días en que enhestaba mi caballo y el filo de mi lanza hacía frente a los molinos de viento que aquejaban tu corazón?
Es irónico. Pero a la vez brutal, tener la convicción que tus temores se van convirtiendo con el tiempo en los míos. El percatarme a mis cuarenta y diez que mi corbata no existe, que mis zapatos de charol dejaron de brillar. Que me convertí en uno de esos latidos que desean acabar en un grito. O un lamento. Ya no sé. Y que terminan en una esquina, agonizando en un susurro. O un gemido. Emborrachándose en una frase entrecortada. U ocultando su rostro detrás de las faldas de una llamada que no se concreta. Como esas cartas que la gente escribe durante mucho tiempo y un buen día deciden no enviar.

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