miércoles, 19 de septiembre de 2012

Fotografías

 
Debe ser una cosa magnífica retratar un instante, atrapar un momento de la vida, una fracción imperecedera y única. A veces observo viejas pinturas e intento adivinar las circunstancias en que fueron efectuadas, el por qué las sonrisas o las miradas serias. ¿Serán acaso un calco de la realidad o son consecuencia de la imaginación exacerbada del artista?  
Me ocurre algo similar con las fotografías. Prefiero en particular las descoloridas, aquellas que han perdido, incluso, las tonalidades de blanco y negro y aparecen mas bien tullidas y castañas.
También hay de las otras: aquellas que te llevan de inmediato a un momento en particular. Un instante que creías haber olvidado y que de pronto se apropia de tu mente como un gigante egoísta, estrujando tus emociones y recuerdos, obligándote a viajar al pasado e imaginar una vez más aquel futuro que no se llegó a concretar, aquella posibilidad que creías ya extinta y que se asoma una vez más detrás de la imagen bruñida que te devuelve el espejo. Como el de aquellos daguerrotipos que las abuelas exhiben a las amigas en sus cafés de los viernes, en las que aparecen escuálidas y ataviadas en diminutos tutús y zapatos de ballet.
Ayer te vi en esa fotografía y se me vino a la mente el preciso lugar y momento que fue tomada. Tus ojos, ocultos, sonriendo a los míos.

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