lunes, 4 de abril de 2011

Diario de un perro azul (XXI)

En alguna ocasión vi una película que trataba sobre una maquina del tiempo. Los personajes, en esa película, tenían la increíble facultad de transportarse a través de múltiples dimensiones y alterar la realidad, corrigiendo los errores en el pasado. O al menos eso era lo que intentaban, pues un cambio mínimo en el pasado traía consecuencias desastrosas -incluso peores- en el futuro. La moraleja era quizá, dejar las cosas como están. Si permanecen de una determinada manera es porque esta es la mejor manera en la que pueden estar.

De niño me gustaba mucho jugar a que poseía el poder de esa máquina. La llamaba la máquina del tiempo y me servía para resolver problemas cotidianos. Todavía no había caído en la cuenta que la "solución" es muchas veces -o en casi todas- peor que el problema. Las cosas siempre pasan por algo, sentencia siempre mi madre y sin embargo a veces todavía persisto con esa maldita manía de añorar que las cosas pudieron haber sido distintas y no "por algo". En ocasiones me gusta acostarme en mi cama, con las luces apagadas y pensar cómo sería el mundo si hubiera hecho tal o cual cosa. O si hubiera realizado precisamente lo contrario a lo que hice. O si no hubiera hecho nada.

Algunas personas dicen que suelo pensar mucho las cosas. "Lo pasado, pisado", señalan. Yo comparto esa idea a regañadientes porque no me queda otra opción y porque en ocasiones concuerdo que así efectivamente debe ser. Es preferible dejar descansar a los muertos. Los vivos ya tenemos suficientes problemas como para resucitar recuerdos que deben ya estar enterrados. No obstante el tiempo y alguna que otra cana me ha enseñado que algunos eventos en la vida se repiten de maneras bastante similares. Hay uno en particular que me atosiga y es la posibilidad de elegir entre una vida bastante conocida o arriesgarme al vacío de la incertidumbre donde las variables son infinitas.

Algunas pocas veces me he enfrentado a esa posibilidad, a ese escaparate que me muestra cómo podría ser mi vida de acá a algunos años. Lo complicado es ir tras el sueño. Porque ir tras éste implica la certeza y la posibilidad latente del error, de que éste no se concrete de la manera cómo lo imaginaste. No hay dos caminos sino múltiples. cada uno con sus particularidades, con sus senderos sinuosos y abismos peligrosos que invitan al vacío. En cada uno ganamos la posibilidad de obtener el sueño, pero también dejamos abierta la eventualidad del fracaso.

¿Quién se anima a correr el riesgo?

A veces me gustaría tener una de esas bolas de cristal que me permitiera ver el futuro.

Cuando era mas joven -no es que me sienta viejo pero en alguna ocasión tuve menos edad que la que tengo ahora- sentía que el paso del tiempo no tenía importancia. Elegir no era una cuestión muy razonada sino mas bien basada en la intuición, el deseo, el azar, la vida misma.

Soy consciente que cada vez que me paro frente a ese escaparate -como en la imagen- que tanto me gusta observar, puedo visualizar una probabilidad: la posibilidad de ser feliz al lado de una mujer magnífica que me adore y por quien yo muera, de tener esa pequeña de ojos inmensos que en ocasiones me visita en mis sueños.

Soy consciente también que ese escaparate es solo una probabilidad de cómo podría ser mi vida de acá a algunos años.

Hoy por la noche entré a la capilla de la Universidad. No suelo ser un asiduo creyente, pero como dije previamente, necesitaba de un amigo y Dios es la manera mas cercana de amistad que conozco. De lo contrario me sentiría completamente solo en este mundo. Si es que no lo estoy ya.

Le pedí sabiduría para saber escoger las elecciones correctas. Pedí también sabiduría para aquellas otras personas que están -quizá- detrás del escaparate, no como meros observadores, sino como partícipes latentes y expectantes. Uno tiene la posibilidad de escoger, pero al escoger tiene que ser también escogido. No existe en este aspecto ningún acto mágico unilateral.

Un civilista diría que una situación como la descrita no es otra cosa sino una compleja relación sinalagmática. Yo, en términos más simples prefiero decir que una decisión lleva aparejada otra similar, cada una con sus temores y sus riesgos intrínsecos, pero que se necesita dos para hacer que la imagen que refleja ese escaparate deje de ser mera posibilidad y empiece a tornarse real.

No se puede construir un castillo de arena e intentar protegerlo con tan solo una mano.

Son casi las 12:00. Se me ha quitado el hambre. No he almorzado y probablemente no cene. Supongo que estas cosas son comunes cuando estas en esos días.

Me gustaría llegar a la casa y pensar en que no llegará un nuevo día, en que debo pensar en esto una y otra vez, sucesivamente.

Pero sé que no podrá ser de otra manera. De modo que carece de objeto permanecer mas tiempo sentado frente al ordenador. Me espera el vacío de mi habitación, la resonancia ensordecedora de mis pensamientos y un nuevo día. Eso sí. Me espera siempre la posibilidad de un nuevo día.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah me acuerdo de esa pelìcula que siempre me dijiste que viera y que nunca vi...je...chera...fue bueno verte desde el pasado al presente el reencuentro con mi cherita jajaja me acuerdo clarito el dìa de la entrevista, tù preocupado preguntando a todos què tal les habia ido, cuàles eran las fijas jaja...recuerdo los primeros dìas caminando medio perdidos y desorientados por la gran pucp...me acuerdo del sueño d la revista propia...me acuerdo del mar...y sobre todo de los dìas nublados...abrazote cherita

Millhka dijo...

En muchas oportunidades que he llorado hablar con Dios secaba mis lagrimas, es el amigo que siempre esta conmigo, asi como tu, yo tambien quiero construir un castillo con alguien que considero especial pero resulta una utopia. La pelicula es muy buena recuerdo verla visto de madrugada e hizo que crea que se debe luchar por amor jex sono cursi. Bye

kuinzito dijo...

No, no sonó cursi. Sonó humano. Y real. Las utopías son la mejor manera de acercarnos a la realidad. Me da gusto que tambien hayas visto esa película, es hermosa.

Sofia dijo...

El pasado te atrapa y te sumerge dentro.
A veces es demasiado duro librarse de las situaciónes que has vivido y mucho más si estas te han herido profundamente.
Solo hay que hacer un leve esfuerzo e intentarlo. Olvidar lo que no te deja seguir adelante, no es imposible. Con el tiempo aprendí a no creer en las palabras sino en las actitudes, porque a las primeras las rige la mente y las segundas son el reflejo de la esencia, valora mas la actitudes quizás el amor ya llego a tu vida y no te has dado cuenta, quizás lo dejaste ir por tu inseguridad o miedos o no quieres mirar por una barrera social o porque el pasado no te deja, libera tu alma, a la larga el precio que se paga por eso es muy alto.