Escribo después de un prolongado silencio. A veces me aterra como las personas podemos ser tan diferentes de lo que fuimos. Este año he escrito poco, casi nada, y sin embargo han pasado tantas cosas en mi vida que merecerían ser escritas. De libros muy poco, apenas unos cuantos cuentos, apenas algunas historias que tejí entre mis dedos.
Extraño esos días, definitivamente los extraño Hay noches en que me levanto con el dolor de una ausencia, hay noches en que me gustaría no tener sueño, como esas madrugadas en las que me desvelaba imbuido en una simple idea: terminar la historia. Hay noches en las que extraño algo inexplicable más allá de mis sentidos, en las que recuerdo su olor, la manera como me atraía, hay noches en las que la nostalgia se torna terriblemente perjudicial y me atormenta su ausencia.
Aquellos días. En esos días, parecía que la función de la historia era ser todo (el cuento) pensar en la historia, comer con la historia, soñar con la historia, vivir por la historia, hasta fornicar a la historia. Hoy todo ello es historia.
Recuerdo que un amigo me dijo una vez, mientras aún escribas, cualquiera que sea la naturaleza de tu escrito, aún puedes considerarte un escritor. Yo no sé si haya algo de literatura en los informes legales que a veces realizo, pero si sé que la literatura (como alguna vez la concebí) va haciéndose cada vez más difusa en mi vida y es algo que no puedo dejara de añorar, como esos sueños que recuerdas a medias cuando te levantas y que hace que pienses en ellos varias semanas de manera recurrente y nociva.
Pocas películas, pocos libros, poco de todo eso que me hacía ser yo. Vivo, gano algo más de dinero, tengo amor, pero ¿eso debe bastar a una vida?
No entiende. Nadie entiende, Esa necesidad de soledad que a veces me apremia. Para ella, para todos, esa cuestión es algo que debe ser tomado de manera personal. Nadie comprende. ¿Acaso la melancolía es mala, o lo es la soledad o lo es la necesidad de sentirse alejado de tanta mezquindad?
Hace no mucho escuché una cancón llamad Greta, de Myriam Quiñones y su bella letra me estallar en un llanto sin pensamiento. Esa noche lloré sin lágrimas, de culpa, de dolor, del recuerdo, de la sensación de soledad en el alma. Sin bicicleta, sin nada.
Me aferro a estas letras, es de madrugada y aunque sé que debo ir a dormir, me aferro, me aferro. Quizá vuelva a escribir algún día. La ironía se ha instalado en mi alma. Y planea pasar toda una temporada en el infierno con ella.
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2 comentarios:
Hola, que bueno ser suicida contigo. Que bueno ser un Kuy que cita a otro. Ser un fridiedago. Porque lo somos o buscamos serlo. Que bueno que estes del otro lado. El otro día pensaba en la amistad y en los pocos y verdaderos, estas en mi lista, de aquellos por los cuales no me suicido todavía. O ser un Caín que cita a otro. jeje. Como dices pes a veces las historias tiene final, otras veces son circulares, otras veces estan condenadas a terminar pero aún así y así aún seguir clavadas muy en el fondo de nosotros. Sabes que escribo para ti.
Oe escribe más pes. Te pasas. Cómo estás?
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