martes, 29 de enero de 2019

¿Tienes tú un asunto no resuelto?

"¿Tienes un asunto no resuelto?", me preguntaste mirándome a boca de jarro.
"¿A qué te refieres?", dije.
"No sé, alguien, en tu pasado, presente, algún asunto inconcluso, una historia sin cerrar, una sombra".
Levanté los hombros, esbocé una media sonrisa y puse mi mejor cara de tonto.
Las sombras son solo eso: sombras. Reflejo imperfecto de una realidad que tiene una vida propia.
Las sombras se alimentan de los temores, de los asuntos no resueltos, de tus traumas de tu pasado y del mío: sobreviven ocultas entre las volutas del humo de los cigarrillos que fumas y las oquedades secretas de mi corazón.
"¿Y?", exclamaste.
"Y qué", dije
¿Tienes o no un asunto no resuelto?".
Tengo miles de asuntos no resueltos. Tendría que tener un dispositivo borrador de recuerdos para no tenerlos, ser poseedor de una máquina que me permita viajar en el tiempo y eliminar aquellos espacios de mi vida que te parecen incómodos, hacerme una lobotomía que en el mejor escenario me deje con aquellos recuerdos que puedes tolerar, que le dan tranquilidad a tu sombra y difuminan la mía.
"¿Tienes tú una sombra?", pensé en silencio. No me animé a preguntar. En ocasiones es mejor no apretar el gatillo.
"A las palabras se las lleva el viento", dijeron las palabras.
"¿Y al viento? ¿Al viento quién se lo lleva?", preguntó el viento.

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