jueves, 15 de noviembre de 2018

Odio


La verdad sea dicha: estoy harto de esta situación, harto de buscar trabajo hace más de medio año y no poder conseguirlo. Harto de mantener una deuda de casi cinco mil dólares con la universidad que no se de qué manera voy a comenzar a pagar. Harto de no comenzar a dar frutos. De que en mi casa me observen con una mirada de inversionista que se da cuenta que sus acciones no valen nada…. Estoy harto de tocar puertas, que no se tomen siquiera la molestia de sacarme a patadas o cerrármela en las narices sino que sean tan malditamente amables, que me prodiguen esas sonrisas que odio y de la manera más educada del mundo me digan sin necesidad de hacerlo “pues se va usted muy a la mierda”
También estoy cansado de otras cosas: de no poder ser tan valiente de coger una pistola y pegarme un tiro, de estar incapacitado para ello. De ser una especie de inválido mental para el suicidio. Odio  también los cientos de libros que inútilmente atesoro en mi habitación (la mitad de ellos  ni siquiera he leído)  y que me rehúso a vender para comprarme ese par de zapatos que debería remplazar a los que uso y que se vuelven cada vez más incómodos. Odio cuando alguien me dice que tiene menos de veinte, porque yo estoy en la puerta de cumplir los treinta y no tengo nada de lo que supone tendría al cumplir esa edad: una casa frente al mar,  un auto último modelo, una esposa de piernas larguísimas y dos perros falderos que me ladren al llegar a casa. Odio las reuniones familiares donde el clásico comentario de “muchacho como has crecido” ha sido reemplazado de un tiempo a esta parte por “¿y estas trabajando en algo ahora?”. Pero de todo y todos odio más a Gabriela, sus poses de pseudo intelectual que nunca se enamora y que tira conmigo cuando le place. Odio cada uno de sus gestos, odio que me sea tan necesaria cuando me deprimo y tan obsoleta en mis momentos de felicidad. Odio no poder dormir sin antes escuchar su voz que luego me deprime. La odio por insulsa, por tener las piernas muy gordas, por sus pestañas larguísimas, pero sobre todo por su sonrisa. Por esa sonrisa que adoro, la odio.

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