Esas largas noches, esos cortos días. Las pastillas interminables aferrándose al fondo del frasco: azules, blancas, redondas, grandes, amarillas.
Ahora lo sabía. No era que amara la soledad. Ni la noche. Ni el silencio.
("Te lo dije, honey, adoro cuando el sol se ha ido ya").
Era apenas una manera de poner un alto a ello, de sentirse más real. De hacer mas plausible su humanidad: estar despierto mientras todos duermen, cerrar los ojos cuando a los demás les toca despertar.El silencio se siente menos opresivo cuando la luz ha huido, cuando las calles oscuras vomitan su soledad.
7 comentarios:
Me identifico tanto. Me encanta.
Me identifico tanto. Me encanta
Me identifico tanto. Me encanta
Me identifico tanto. Me encanta.
creo que mande el comentario 20 veces. tengo problemas. jeje
Muchas gracias Lucia, me identifico también yo, las 20 veces que lo escribiste, y más.
Lo más humano que hay dentro de nosotros es sentir la soledad. El ser humano se siente bien en la oscuridad, siendo rebelde, llevando la contraria a la gran masa que nos incita a sentir una felicidad que muchos no podemos - ni queremos - sentir. Bellas palabras. Un saludo.
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