miércoles, 3 de octubre de 2012

Máscaras de la nada

 
Llegué a la conclusión de que debía convertirme en máscara hace algún tiempo. Tiré por la borda la idea de un futuro prometedor, dejé arder en el fuego cada una de sus cartas, garabateé con un plumón oscuro sus dedicatorias escritas con una letra corrida y torpe.
Había que separar la paja del heno y me impuse la tarea de ser el censor de la memoria. Jamás hubo un estudiante más aplicado en las ciencias de la autosugestión y el olvido. Decenas de libros sucumbieron bajo el influjo de mi nueva devoción. Ningún texto me produjo antes algún tiempo de compasión o sentimiento. Fue una tarea casi impecable. Lo había comprado al poco tiempo que te escuché hablar de él. La fascinación que le tenías despertó en mi una natural curiosidad que con el tiempo se fue convirtiendo en recelo. Jamás le di la oportunidad. Me bastaba saber que lo amabas para odiarlo. Me impuse la tarea de castigarlo a través de mi indiferencia. Mi biblioteca haría la suerte de eterna prisión para el volumen que adquirí. Con el tiempo me olvidé de ti y tú de mi. Era lo esperable. Vivía con mi máscara durante el día y apenas me la sacaba para dormir, en la noche. Supongo que te aburriste, supongo que olvidé que la llevaba puesta. Había semanas enteras en que olvidaba que la traía en el rostro hasta que algún evento me llevaba de vuelta a la realidad. Hasta el día de ayer en que me dieron la noticia de manera casi brutal, casi cómica. "Ella se casó", me dijo. Lo ignoraba por completo, te había perdido el rastro hace mucho tiempo. Hacía mucho que me había obligado a ser lo que todos esperaban de mi. Pensé que tú andarías en algún lugar haciendo algo similar. Era a lo sumo, una cuestión de tiempo. De pronto sentí que perdía el aliento. Tenía una extraña sensación que se agolpaba en el pecho y pugnaba por escapar a través de mi boca, mi nariz, mis ojos. Estuve mucho tiempo procurando calmarme, pero era imposible. Pasó mucho antes de que supiera lo debía hacer, hasta que llegara a la biblioteca, cogiera ese volumen, me arrancara la máscara de un tirón y empezara a leer. 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

eyyyyyyyyyyyyyyyy chocheritaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!

...y un día la dejé ir...

kuinzito dijo...

y simplemente un día decidí dejar de pensar en todos eso
y me coloqué otra máscara sobre la que ya tenía

kuinzito dijo...

luego me dejaron ir a mi...