viernes, 5 de octubre de 2012

Diario de Raquel (1)


Siento que vienen, tus pies chiquititos
cariño bonito, por dónde andarás.

Pretender mantener un poco de cordura me esta llevando a la sin razón y el olvido. Estoy exhausta de buscar fantasmas bajo las faldas de mi cama, en el ropero, en los cajones de mis pulmones, pero por sobre todo en mi corazón. Llevo muchos años sin contacto físico. He perdido la cuenta de los días en que me acuesto a su lado y me duermo al compás de su respiración agitada. Buenos días amor, es lo último que oigo y lo primero en la mañana, cuando despierta. He aprendido a aceptar sus explicaciones sobre nuestra relación y comprender que hay más de una manera de trascender a lo físico. Es gracioso. Lo mismo decía Eisntein en relación al espacio y el tiempo. No le creían, el tiempo le dio la razón. Mis relaciones anteriores se caracterizaron por ser del todo opuestas, es decir mantener una alta dosis de sensualidad. No obstante he aprendido a decirme (¿convencerme?) que esos días quedaron atrás. Que he cambiado. A veces me encierro en el baño y me toco el sexo con prisa, con la luz apagada, mientras ruido del grifo llena de agua la bañera. Un instante liberador que de inmediato me lleva a una nueva forma de olvido. Y de culpa. Luego, buenos días amor, otra vez: la nostalgia. Soy una viuda feliz, que le da un beso en la boca al cadáver que ha de ser enterrado. Me he acostumbrado también a sus mutismos, a sus claros y oscuros, a su forma lacónica de expresarme cariño, a adivinar su estado de ánimo según el movimiento de sus cejas. He aprendido a odiar los domingos, pero en contrapartida  a amar sus madrugadas interminables, como si su mero sonambulismo pudiera retrasar el inicio del siguiente día. He tenido que lidiar con su gata, con la que cada noche peleo por su atención, por una caricia, por un espacio privilegiado en la cama. He disculpado sus olvidos garrafales (mi cumpleaños, nuestro aniversario), sus manías absurdas que me llevan al límite. Hoy por ejemplo me llamó por teléfono al trabajo y me dijo que había adquirido unas entradas para el teatro. Detesto esas obras filosóficas en las que debo mantenerme atenta como si su contenido me interesara, procurando no quedando dormida. Detesto aún más, tener que comentar su contenido durante el tiempo que hacemos del teatro a la casa, intentando parecerle interesada, como una aplicada estudiante reflexiva. Si la noche es propicia quizá un caricia, si llega a más, tal vez un beso. Luego, buenos días amor otra vez y otra vez mi delirio que sigue girando.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La primera vez que leí esto, me pareció aterrador, hasta donde llega tu imaginación niño? me hiciste pensar en ella toda esa noche, igualmente triste!

kuinzito dijo...

Cuando lo escribí también pensé que lo era. Si te das cuenta, no he vuelto a escribir sobre Raquel desde hace algún tiempo. Uno no escoge a sus personajes, son los personajes los que te escogen a ti. Imagino que ya has leido eso en otro lugar, también.

Anónimo dijo...

Comente tu historia entre un grupo de amigos, fue un tema muy debatido. como se puede llegar a amar de ese modo? No puedo dejar de pensar en esa pobre Raquel, ojala que esa historia haya sido sacada íntegramente de tu cabeza y no haya sido una historia verdadera. No habían golpes o gritos, pero esa también es una manera de violencia.

kuinzito dijo...

Imagino que se puede llegar a querer de muchas maneras. También a odiar, de la misma manera que hay más de una manera de morir. O de sufir, que es lo mismo.

Anónimo dijo...

Que triste vivir tus días de ese modo, no puedo llegar a imaginar su dolor, aunque eres tan descriptivo que llego a verla, quizás hoy también sueñe con ella.