-Sí-responde agitado. Tengo que hablar con vos.
Ella lo observa sin comprender. Luego su rostro se ilumina y parece entender algo.
-Les traigo café, doctora –pregunta un muchachito, interrumpiendo.
-Ándate, nene –responde sin siquiera mirarlo. Luego hace una pausa. Va a ser complicado –advierte.
-No me importa –contesta el.
Su semblante se queda helado por unos segundos: uno, dos, tres. Luego sus ojos sonríen. Toda ella sonríe.
-Cerrá la puerta –ordena.
Ya conozco el secreto de sus ojos ¿cuál es el secreto de los tuyos?
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