sábado, 15 de abril de 2017

No te enamores de mi, estoy loca

 

"No te enamores de mi, estoy loca", me dijo
No recuerdo lo que pensé en aquel instante
algo así como "¿Y quien no?"
(es lo más seguro).
Luego los días pasaron
-con sus tardes, sus noches y de nuevo sus días-
         -un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña-
Debí haberlo sabido entonces
la suavidad del olor de las rosas
es apenas un anticipo del dolor que prodigan sus espinas
"No te enamores de mi, estoy loca", me dijo
Y sonrió
marcándose un hoyuelo en la superficie de sus mejillas
sonreí también.
Debí tomar con seriedad cada una de sus palabras.
pero seamos honestos
            ¿Quién toma como serias las palabras de una chiquilla a los 16?
"No te enamores de mi", le respondí, riendo.
Ella sonrió también
una de esas sonrisas largas
que hacía que las personas volteasen a vernos en el parque
"Bueno, ya te advertí" y me jaló una oreja.
Debí haber oído
pero había algo en mi alma que me predestinaba
a descubrir ese tipo de muchachas
como una virtud, un sexto sentido, una capacidad de atracción extraña
como una suerte de imán atrayendo polos diametralmente opuestos.
Siempre me ocurría: me enamoraba sin remedio de las muchachas extrañas
de las más frágiles, de los ángeles de alas rotas
de las neurasténicas, de las almas bipolares, de las marginales sociales,
de las muñecas quebradas, siempre.
         -dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña-
Debía haberlo sabido entonces
pero ignoré sus avisos continuos
hasta aquel jueves en que regresaba de noche
de mis clases de francés
y encontré a mi cuñada de pie frente a la puerta de mi cochera
y me susurró con un rictus
"Algo ha pasado, debes ser fuerte"
Y pensé en mi mamá "se ha muerto"
"Cecilia murió" me dijo
          -tres elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña-
La encontró el cuartelero del hotel
en la mañana
mientras hacía la limpieza
la señora del lugar contó a la policía que llegó avanzada la noche
que pidió una sopa, aunque nunca la tomó.
Las noticias de esa semana recogieron el incidente
en sus páginas policiales sensacionalistas
como uno de esos suicidios de adolescentes
que no tienen explicación.
La única explicación quizá
estaba en una nota inacabada
que la policía encontró al ingresar:
el sueño de los barbitúricos la alcanzó
antes de culminar la carta explicatoria:
"Esta carta está dirigida a cada uno de los seres que amo..."
          -cuatro elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña-
Me he preguntado por muchos años
como culminaría esa carta
si luego de alguna coma, punto y coma, punto seguido o punto aparte
mencionaría mi nombre
he recreado en mi mente párrafos enteros dirigiéndose a mi persona
pero nunca he podido culminarlos
ni hallarme a gusto con su contenido.
Mi único consuelo ha sido
imaginarla, de noche, en mi cuarto, riendo, con sus coletas al aire
y diciéndome al oído
mientras hacía un puchero con la boca
que marcaba sus hoyuelos en las mejillas
"No te enamores de mi, estoy loca"
Y pensar que no le creía
              -luego la tela se rompió-.

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