jueves, 12 de septiembre de 2013

¿Todavía te gusta la lluvia?


¿Qué hubiera pasado si aquella noche, entre luces de bengala y explosiones de bombardas en Navidad me hubiera armado de valor, olvidado de mis manos que sudaban, del temblor de mis piernas, me hubiera acercado hasta la altura de tus ojos que reían y te hubiera estampado aquel beso? 
¿Qué hubiera ocurrido si aquella velada, me hubiera olvidado de mi estúpido orgullo, de aquella pelea que tuvimos, de las palabras que dijiste y que luego retruqué para hacerte daño, y hubiera asistido a aquel concierto? ¿Las cosas seguirían siendo las mismas?
Las probabilidades. Es algo que tú y y jamás entenderemos, honey. Como salir una tarde lluviosa y pensar cuál es la posibilidad de pisar un charco, de que se estrelle tu tren, de que te caiga un elefante del segundo piso, de que regreses a casa y descubras a tu hermana hecha cadáver, o tu padre muerto a causa de un infarto, de que nunca puedas decir adiós, ni te quiero.
Me he preguntado tantas veces cuál es la posibilidad que un evento se repita de nuevo. He estudiado complicadas teorías estadísiticas que no me satisfacen, ni me brindan la respuesta que requiero.
Cómo por ejemplo, cuál es la probabilidad de que vuelvas a ser tú. Que un día regrese a ser el que era. Que nuestros destinos se crucen. Que tomes un bus, realices el ademán de abrir la puerta de un taxi (mi taxi), en alguna lejana ciudad, y descubrirte, y descubrirnos, y decirte, oye, pero si eres tú, ha pasado tanto tiempo, te casaste ya, y con 3 hijos a cuestas, y ya todos mayores, no tengo nada que hacer, ¿tampoco tú?, sólo paseaba, ¿todavía te gusta la lluvia?, y si nos tomamos aquel café que nunca pudimos tomar, tal vez te lea alguno de aquellos poemas, ¿si?, todavía los recuerdas, esa maravillosa generación del 60, ¿aún escribes en  aquel diario?, yo también sigo con el mío, mira tú lo que hemos vivido, defintivamente ha pasado el tiempo, tú estas igual, no no te rías, yo en cambio me siento cansado y viejo, ya peino mil pelos grises, tienes razón, también me creció la barriga, y en las noches me lanzo unos pedos que hacen ladrar a mi perro, pero deja de reír que me sonrojo, no, no no, mejor no te detengas, mejor sigue riendo, a ver si entre tanta risa consigues que pare la lluvia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enternecedor. Toda una vida de posibilidades. Cada una genera una nueva historia, una nueva vida.

kuinzito dijo...

Es verdad. No se que es mejor, la posibilidad que todo ello exista (y sea posible) o lo aterreador de caminar sin la posibilidad de tener certezas. Creo que es un poco de ambos. Muchas gracias por leer mi post. Me alegro que te haya gustado. Saludos