Edna bajaba por la calle con su bolsa de la compra,
cuando pasó a la altura del automóvil.
Había algo escrito en la ventanilla lateral:
SE BUSCA UNA MUJER.
Charles Bukowsky
Había pensando en coger el teléfono y hacer esa llamada una infinidad de veces. De imaginar el acto a realizarlo había, no obstante, una infinidad de pasos previos. El problema no era como comenzar, sino mantener la conversación una vez iniciada.
Del hecho al lecho, había -definitivamente- mucho trecho, como decían los abuelos.
Levantó la vista, se mordió los labios con aprehensión y marcó el número que inició un agónico repiqueteo al otro extremo de la línea.
- Aló -contestó una voz.
El mundo se detuvo de pronto.
- SE BUSCA UNA MUJER -le dijo.
Ella sonrio para sus adentros. Había reconocido el tono de la voz desde el primer instante.
- Lo sé -le dijo.
Del hecho al lecho, había -definitivamente- mucho trecho, como decían los abuelos.
Levantó la vista, se mordió los labios con aprehensión y marcó el número que inició un agónico repiqueteo al otro extremo de la línea.
- Aló -contestó una voz.
El mundo se detuvo de pronto.
- SE BUSCA UNA MUJER -le dijo.
Ella sonrio para sus adentros. Había reconocido el tono de la voz desde el primer instante.
- Lo sé -le dijo.
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