¿A qué saben tus besos, hoy?
A canciones. A hierba mojada.
A risas.
A canciones. A hierba mojada.
A risas.
¿Qué se hace cuando no se puede dormir?
Cuando ya se acabaron las películas que querías ver, los libros que alguna vez planificaste leer, cuando los amigos que tenías se aburrieron ya de tus letanías o quizá duermen mientras tú no consigues pegar las pestañas, eternamente despierto como un Gilgamesh moderno, cerrando los ojos sólo para engatusar a la muerte y tal vez a ti mismo.
¿Qué se hace cuando las pastillas ya no funcionan?
Cuando ya tiraste a la basura los libros de auto ayuda que iniciaste a leer, cuando esa chica que solía pensar en ti ha dejado de hacerlo, cuando quieres escribir y ya no puedes, cuando te has aburrido de masturbarte como un energúmeno, cuando tu familia esta fragmentada, cuando la muerte se burla de ti, con sus blancos dientes, sonriendo, sonriendo.
¿Qué se hace cuando uno deja de sentirse cansado?
Cuando simplemente no te queda ya nada, ni dolor, ni esperanza, ni necesidad, ni recuerdos. Cuando la mano ha dejado de temblarte, cuando decidiste no fumar más ese cigarro, beber ese vaso de alcohol, cuando abandonaste el café, cuando dejaste de querer a esa persona que un día prometiste no dañar y dañaste, no olvidar y olvidaste, no querer y quisiste, no sentir y sentiste.
¿Qué se hace cuando te sientes cansado de vivir una mentira?
Cuando prefieres estar en cama a lo largo del día. Y de la tarde. Y de la noche. Como un sonámbulo, que finje dormir, para engañar al mundo, a sí mismo, pero jamás a tus sueños, a tu corazón.
¿Qué se hace cuando ya has probado de todo?
Cuando la novedad dio paso a la rutina. Cuando te quedaste sin muñecas para jugar, cuando esa serie que te mantenía aferrado a la vida llega a su fin, cuando clausuraron ese restaurante donde comías hace más de 10 años, cuando tu perro termina muriendo de viejo, cuando termina de secarse aquella ponceana que tu abuelo tenía.
¿Qué se siente tener la sonrisa partida, el rostro agrietado, la mirada perdida?
Cuando esa pistola que compraste ya no te resulta atractiva, cuando has desechado todas las posibilidades que algún día te interesaron: aquel noviecito por el que morías, las pastillas, un salto desde el andén, brincar desde un quinto piso, una soga rodeando tu cuello, la bolsa en tu cabeza, la piscina, el agua.
¿Qué se siente cuando el suicidio ha dejado de ser una respuesta y se convierta de pronto en una constante pregunta?
¿Qué se siente no poder dormir? Ni fingir que lo haces. O disfrutar del sexo. De aquellos besos robados. De la soledad. De su compañía. O de su ausencia. Que repentinamente se convierten en la misma cosa. Sinónimos.
Cuando esa pistola que compraste ya no te resulta atractiva, cuando has desechado todas las posibilidades que algún día te interesaron: aquel noviecito por el que morías, las pastillas, un salto desde el andén, brincar desde un quinto piso, una soga rodeando tu cuello, la bolsa en tu cabeza, la piscina, el agua.
¿Qué se siente cuando el suicidio ha dejado de ser una respuesta y se convierta de pronto en una constante pregunta?
¿Qué se siente no poder dormir? Ni fingir que lo haces. O disfrutar del sexo. De aquellos besos robados. De la soledad. De su compañía. O de su ausencia. Que repentinamente se convierten en la misma cosa. Sinónimos.
Qué se siente, finalmente, acostumbrarte a la soledad?
Cuando dejar de soñar se convierte en una constante. Cuando no te quedan mas utopías. Ni canciones por qué sonreir. O llorar. Apenas un recuerdo. Que se va diluyendo como esas sombras en la pared que de chicos hacíamos con las manos, bajo el reflejo de las velas.
¿Qué se siente morir y no obstante seguir viviendo?
Cuando dejar de soñar se convierte en una constante. Cuando no te quedan mas utopías. Ni canciones por qué sonreir. O llorar. Apenas un recuerdo. Que se va diluyendo como esas sombras en la pared que de chicos hacíamos con las manos, bajo el reflejo de las velas.
¿Qué se siente morir y no obstante seguir viviendo?
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