jamás te pensé
jamás me pensaste
jamás confié en ti.
Apenas cerré los ojos
y fingí, digamos, no saber
mientras tú, a la vez, fingías, que no sabía.
Era mejor así.
A veces te pienso
y llego a la conclusión que tus torpes y ridículas acciones
son quizá una burda manera de seguir presente en mi vida.
Careces de existencia.
Nunca estuviste, jamás estarás.
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