Leí esto en el blog de una amiga y me pareció simple y brutal a la vez.
Solo tengo que pensar en ti y de inmediato mi estado de animo se transfigura. Me traslado de pronto de la tranquilidad a la nostalgia.
Me siento como aquel roedor que atiborraron de hormonas y encerraron en una jaula, hasta que finalmente sucumbió con el hocico pegado a la reja, sumido en su soledad y en la tristeza mas profunda.
No, ese roedor no merecía morir en prisión. Y la verdad yo tampoco.
Solo tengo que pensar en ti y de inmediato me siento vacío o incompleto, que es una forma similar de sentirse vacío: un vacío a medias.
Extraño tu mirada tan ajena y tus tan escasas sonrisas. Pero por sobre todo, extraño la manera tan particular que tenias de estar y no estar al mismo tiempo (incluso hasta hoy), sin que ello signifique -en tu caso- una contradicción, sino por el contrario, una característica de tu existencia.
A veces pienso como hubiere sido mi vida de no haberte marchado, que tanto de ella se habría mantenido y que porcentaje hubiera variado. Quizá seria una mejor persona de la que soy.
Pensar en ti definitivamente me hace daño, pero a la vez me proporciona una cierta dosis de serenidad el saber que todavía puedo pensar en ti, el saber que recuerdo que un día fuiste parte de mi vida, de mis días, con sus tardes y sus noches, con claros y grises, con sus mañanas tornasoladas y sus noches azules. Sobre todo azules.
Pensar en ti me deprime pero me hace saber que estoy vivo. Me hace cómplice de una orfandad que a veces me espanta y en ocasiones busco con necesidad apremiante.
Pensar en ti también me proporciona esperanza. Esperanza de un día volver a verte, de saber de ti, de escuchar nuevamente el tono de tu voz, el tintinear de tu risa. De creer -ilusoriamente- que también piensa en mi, de alguna manera, mas allá de los límites y del tiempo. Que aguardas. Que esperas. Que el tiempo pasa pero que no es inútil, que es sólo tiempo que transcurre, nada más.
Pensar en ti me hace creer que el final del camino lleva tatuado tu nombre.
Y el conjunto de todo ello me pone inevitablemente triste, blue, terriblemente blue. Por lo que está, por lo que se extravió en el camino. No obstante que en algún lugar tú sigues estando, ajena mi soledad y mis desvaneos. Tú de alguna otra manera, transfigurada, de un modo que mi entendimiento no llega a comprender, ni tan siquiera a vislumbrar.
En palabras de Sabina:
Yo tenia un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una hispano olivetti con caries,
un tren con retraso, un carne del Atleti,
una cara de culo de vaso.
Un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cumulo, un cirro, un estrato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato.
Mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy,
las damas primero,
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo,
mi azulete, mis siete copas,
el zaguán donde te desnude sin quitarte la ropa,
Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera,
mi lampara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción mas hermosa del mundo.
Reformulo lo dicho en en el título con que iniciara este comentario:
Es fácil estar triste, pero mas triste es pensar en mi, sin ti.