melancolía, Quiero mudarme hace
años, al barrio de la alegría, Pero
siempre que lo intento, ha salido ya el
tranvía, Y en la escalera me siento, a
silbar mi melodía.
Joaquín Sabina.
No conozco el barrio de la alegría
pero alguna vez me enamoré perdidamente
de una chicuela que llevaba esa expresión por apellido.
De aquellos días recuerdo los tonos azulados que tenían los días
los tornasoleados del sol
la música, la poesía, los cuentos que pude escribir, los que abandoné en el camino, tan pronto como ella me abandonó en el mío.
Luego me viene a la mente los años de melancolía
al lado de esta otra chicuela
que por años me hizo sufrir irremediablemente
con sus desvaneos
hasta que finalmente un día (como quien no quiere la cosa)
me cansé de esperarla entre novio y novio
y me metí de lleno con el último aliento de valor que me quedaba.
Y fueron días de mucha esperanza, de ballenas viviendo en vasitos de cristal, de muñecos japoneses e ideas sobre un futuro en el que por primera vez incluí la posibilidad de tener una familia (y hasta pensé en ella).
Ahora de todo ello, solamente puedo decir que VIVO
atrás quedó mi periodo de alegría o melancolía
son simplemente días nuevos donde debo definir con cuidado
cada paso antes de darlo
como un recién operado que entra a rehabilitación
y todo es nuevo para mi y se vuelve de pronto necesario
el mar, ese mar que me hizo compañía con su silencio tantas veces
las piedras que me recordaron la dureza de la vida y me despellejaron las manos hasta hacerlas sangrar una vez y otra, y luego otra, again
la tierra que ensució mis zapatos mientras transitaba por avenidas y calles
la noche que flageló mis sentidos con el frío mientras fungía de guardian de esas máquinas inmensas que parecíann extraídas de un cuento de Dickens
el campo que escuchó mis gritos ahogados y aguantó mi cuerpo embrutecido por el alcohol o el sexo en alguna ocasión.
¿Quieres saber dónde vivo?Frente a mi puerta hay un pasaje
al final del pasaje una pequeña escuela
donde los niños se entretienen a veces en esos juegos que solo ellos entienden
(como debe de ser)
alrededor hay algunas bancas de cemento, grises, absolutamente grises
En esa escalera solemos sentarnos en días tornasoleados mi libro y yo
a silbar mi melodía.
Si quieres buscarme un día
no me busques, encuéntrame en ese preciso lugar
ya sabes dónde vivo.