Te voy dejando de extrañar, y eso me
preocupa.
Porque te quedarás guardada
en una esquina de mi caja de zapatos,
junto con mis primeras
cartas de amor, con mis fotografías más íntimas y al lado de mis recuerdos más queridos... pero olvidados.
Serás como un viejo álbum de
fotografías, que hojearé de cuando en vez, cuando tomando café en algún lugar
con los amigos, rememore los tiempos idos.
Te colocaré en el rincón más
oscuro de mi cómoda,
en el último cajón de la
izquierda, donde guardo las ropas que nunca voy a utilizar,
pero que jamás serán
regaladas o donadas a un tercero.
Serás la ropa vieja oculta
en el fondo de mi cesta de prendas viejas: un par de viejas y raídas medias
rotas, que algún día quise zurcir, pero
que nunca llegaré a utilizar...
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