jueves, 9 de septiembre de 2010

¿Quieres saber dónde vivo?

Vivo, en el número siete, calle
melancolía, Quiero mudarme hace
años, al barrio de la alegría, Pero
siempre que lo intento, ha salido ya el
tranvía, Y en la escalera me siento, a
silbar mi melodía.
Joaquín Sabina.


No conozco el barrio de la alegría
pero alguna vez me enamoré perdidamente
de una chicuela que llevaba esa expresión por apellido.
De aquellos días recuerdo los tonos azulados que tenían los días
los tornasoleados del sol
la música, la poesía, los cuentos que pude escribir, los que abandoné en el camino, tan pronto como ella me abandonó en el mío.
Luego me viene a la mente los años de melancolía
al lado de esta otra chicuela
que por años me hizo sufrir irremediablemente
con sus desvaneos
hasta que finalmente un día (como quien no quiere la cosa)
me cansé de esperarla entre novio y novio
y me metí de lleno con el último aliento de valor que me quedaba.
Y fueron días de mucha esperanza, de ballenas viviendo en vasitos de cristal, de muñecos japoneses e ideas sobre un futuro en el que por primera vez incluí la posibilidad de tener una familia (y hasta pensé en ella).
Ahora de todo ello, solamente puedo decir que VIVO
atrás quedó mi periodo de alegría o melancolía
son simplemente días nuevos donde debo definir con cuidado
cada paso antes de darlo
como un recién operado que entra a rehabilitación
y todo es nuevo para mi y se vuelve de pronto necesario
el mar, ese mar que me hizo compañía con su silencio tantas veces
las piedras que me recordaron la dureza de la vida y me despellejaron las manos hasta hacerlas sangrar una vez y otra, y luego otra, again
la tierra que ensució mis zapatos mientras transitaba por avenidas y calles
la noche que flageló mis sentidos con el frío mientras fungía de guardian de esas máquinas inmensas que parecíann extraídas de un cuento de Dickens
el campo que escuchó mis gritos ahogados y aguantó mi cuerpo embrutecido por el alcohol o el sexo en alguna ocasión.
¿Quieres saber dónde vivo?
Frente a mi puerta hay un pasaje
al final del pasaje una pequeña escuela
donde los niños se entretienen a veces en esos juegos que solo ellos entienden
(como debe de ser)
alrededor hay algunas bancas de cemento, grises, absolutamente grises
En esa escalera solemos sentarnos en días tornasoleados mi libro y yo
a silbar mi melodía.
Si quieres buscarme un día
no me busques, encuéntrame en ese preciso lugar
ya sabes dónde vivo.

Diario de un perro azul (XV)

Me encuentro en esos días
de cambios que sin embargo quisieras
que permanezcan idénticos, inamovibles a diario
everyday
y sin embargo soy consciente que me preparo
para cambios en mi vida.
Cambios como tu presencia
que ahora de pronto deja de ser esa presencia
para convertirse en algo cotidiano
como esas personas que pasan a diario
y las ves y no no las miras.
Lo malo de todo esto es que yo no te miro
pero te quiero ver
yet.
...
...
Repito
estoy en día de cambios
mudando de piel
intentando adaptarme a una distinta
quizá más dura o algo más escamosa que me permita sentirme protegido
(cómo envidio a las tortugas en momentos como éstos).
...
...
Pero lo cierto es que quiera o no ya estoy en esos días
y tú también lo estas
tú por tu lado
y yo por el mío
cada uno cogiendo un camino distinto.
Tú, lógico, el tuyo.
Yo, ilógico, el mío.
Tú aferrándote a tu seguridad
yo a mi sentido benefactor humano.
Ambos cambiando al unísono
por propia decisión
quizá también por algo de cobardía -por qué no decirlo
quizá renunciando a una felicidad ilusoria
pero renunciando al fin y al cabo.
¿Sabes que me preguntaba cuando te ví aquél día?
¿Y si ella es?
Y una vez más intentaba decifrar el misterio de las astillas
de calles hundidas
(mucho Daniel F)
en tu mirada, en tus pupilas
que parecían contener mi esperanza y la tuya.
¿Será ella? -pensaba.
Y mientras pensaba eso, iba pensando a su vez que quizá, tan sólo quizá
también tú pensarías
¿Será él?

Diario de un perro azul (XIV)

Me quedo con una canción de Sabina
cuya letra seguro ya no recuerdas
pero que representa mi historia
(que es también la tuya, ahora)
me quedo con el olor de tu cabello sobre mi almohada
con el enigma de tu aroma que nunca sabré
me quedo con aquel regalo (verdaderamenre especial o único)
que me trajiste de aquel viaje
me quedo con el sonido de tu risa
tu alegría
tu manera de iluminar mías días
perfectos y grises
siempre los mismos días
me quedo con el tono oscuro de tus párpados
que parecían pintados desde siempre
me quedo con tus extremidades pequeñas
que jamás pude observar con detenimiento
me quedo con tus travesuras y tus desvaneos
con tus ojos inmensos que me atravezaban
con tus arcaísmos
con tus frases dichas a medias y proverbios citados al revés
me quedo con patifaz en el corazón y mi recuerdo
tu te quedas con el verdadero sobre tu mesa.
Me quedo con alguna que otra desvelada
con el recuerdo de tus ojos inmensos y enrojecidos
me quedo con el tronar de los huesos de tu cuerpo
(esas malditas manías)
con la manera cómo te mordías la boca
con tus "señitos" tan encantadoramente provincianos y hogareños
me quedo con latas de atún sin comer
con la canchita que compramos en demasía aquel día
con esa película que no llegamos a ver
y espero que puedas verla algún día
me quedo con todas las preguntas que jamás te hice
con todas las respuestas que jamás encontré en tu mirada
me quedo con eso y con mucho más.
Me quedo con todo y parto a un viaje muy largo
del que quizá nada pueda esperar (ahora).
Pero me quedo con todo lo ya nombrado
Lo que se da no se quita.
Te devuelvo sólo dos cosas
te devuelvo tus pecas y tu corazón.

Chao número X

Le dijo chao
ya perdió el número
no se si fue el cuatro, el número 3 (cual Benedetti)
o quizá uno posterior
e irremediable
En todo caso lo llamaremos
el número X.
Pero le dijo chao
La miró a los ojos de frente
esos ojos mezcla de gato y venado
(nunca supo que más)
y pronunció una sentencia que ambos desde ya conocían.
No la dictó ningún Juez
no hubo necesidad de actos de apertura
ni de instrucción
ni de nada que se le parezca
se respetaron las garantías del debido proceso
las partes tuvieron su oportunidad de exponer sus argumentos
no hubo confrontación de pruebas
apenas un simple careo que duró cosa de cinco minutos
tampoco se llegó a conciliación
mucho menos desistimiento
o cualquier forma atípica de conclusión del procedimiento.
Nadie impugnó el mandato que se dictó
quizá si alguno lo quizo, eso nunca se sabrá
no se ha presentó ni un recurso de apelación o nulidad hasta la fecha
los plazos eran perentorios, no importa acá la verdad material
no existe verdad material para la realidad, quizá sí para los sentimientos
simplemente se dictó una sentencia que las partes aceptaron
con la cabeza gacha.
Y parecía una escena pintada
de la novela El Proceso de Kafka:
de pronto el Guardían que custodió esa puerta durante tanto tiempo
esa puerta por la que ambos intentaron en vano pasar
por la que aguardaron hasta perder finalmente la esperanza
(y volverla a ganar tantas veces, tantas, honey)
les fue cerrando en las narices mientras con voz atronadora
les respondía a la pregunta lanzada de por qué nadie más intentó cruzar por ella:

"Nadie podía intentarlo, porque esta puerta estaba reservada solamente para ustedes.
Ahora voy a cerrarla"

Se agolpan las tristezas

Tengo una nostalgia
que no me puedo sacar del pecho
sé como definirla pero no me animo a decirla
o denominarla por este medio.
Me gusta más llamarla nostalgia
aunque sé bien que no se trata de nostalgia
sino mas bien de un estado de ánimo diferente.
En otros tiempos me hubiera sentido imbatible
frente a ella:
uno de los titanes enfrentando feroz a los dioses del Olimpo
luchando una batalla perdida
pero luchando
siempre luchando
(he luchado en tantas ocasiones batallas que todos me decían perdidas)
No honey, no he perdido de pronto las ganas de luchar
hoy siento de pronto se me ha llenado el alma de una profunda nostalgia
que me impide seguir avanzando por el mismo camino
camino de dos que se vuelve de uno
me he quedado sin ojos de tanto mirar tus ojos inmensos y líquidos
mi cuerpo se ha quedado sin pecas por sabor del agua salada del mar.
Otrora, en otros tiempos quizá no muy lejanos fui propietario
ahora soy un simple vagabundo errante
un trotamundos sin pocesiones, ni objetos de valor
con una tarjeta de crédito en el bolsillo (quizá ya caducada)
y un corazón en el pecho que -a mi pesar-
todavía late en el mismo sentido y latitud.
Repito: de pronto siento que se me agolpan las tristezas
tengo algo en el pecho cuya definición conozco
pero prefiero denominarla nostalgia.

Nostalgia (del griego clásico: νόστος "regreso" y ἄλγος "dolor")
describe un anhelo del pasado.
La nostalgia es el sufrimiento de pensar en algo que se ha tenido
y que ahora ya no se tiene.

casto beso

Me dio un casto beso y sin lengua
con el que culmino la veldada
sentí como quie relee algún viejo libro
que alguna vez atesoró.

aun

Ya no sé si espero una respuesta
que presiento nunca llegará
o la conformación de la sospecha que siempre tuve
en todo caso, espero, aun.

aun.
(Del lat. adhuc).
1. adv. t. todavía (‖ hasta un momento determinado).

8 de septiembre

Hoy la vi
estaba mas bonita que de costumbre
con todos esos problemas - pensé
y se da tiempo para estar bonita.
Me abrazó
la abracé
me obsequió un gato de cerámica que coloque feliz sobre mi escritorio
"Para que te acompañe", me dijo.
"quiero ser tu gato", recalcó.
Hoy sentí, sensanciones contradictorias, las ganas dde huir de lo mismo
y de quedarme alli para siempre y protegerla del mundo
de las adeversidades, de la gente mala que quiere hacerle daño, de si misma
y por qué no, también de mi.
Hoy sentí que sentí, y eso animó mi corazón.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Diario de un perro azul (XIII)

Hoy he sentido mi cama más espaciosa y grande que nunca
...
..
solitaria
...
...
solitaria.
No sentí frío, solo la sensación de aunsencia, de una pequeña pieza que permitiese continuar con el movimiento del engranaje en que se ha convertido mi corazón.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Sueño

Hoy soñé contigo
por primera vez.
Como decía Pizarnik
la noche se convirtió de pronto
en un aullido de lobo.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Fernando Pessoa

"Hoy leí casi dos páginas
Del libro de un poeta místico
Y reí como quien ha llorado mucho"
Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)
De los muchos autores que han influenciado en mi vida, quizá al que le he merecido menos reconocimiento es a Fernando Pesssoa, quien con sus heterónimos supo transmitirme la posibilidad de que efectivamente somos legión, porque somos muchos y uno puede a la vez ser ángel o demonio sin que ello resulte contradictorio. Puedo ser uno, muchos o ninguno. Dependerá de las circunstancias y del estado anímico del poeta.

Pessoa tiene un aire a solitario decadente que en ocasiones me recuerda a Martín Adán (lean, Escrito a Ciegas). Si tiene oportunidad de adquirir un libro, lean a Pessoa, lean a Martín Adán.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Manos y manitos

Ayer descubrí que dos manos
también pueden hacer al amor
la mente puede decir que no
¿pero quién controla los impulsos arrítmicos del corazón?

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Diario de un perro azul (XII)

No puedo escribir bien
ni pensar con claridad
Me han prohibido el café pero de algo tiene que morir el ser humano.
Llevo puestas tus medias polar que me obsequiaras, abrigan mis pies, también mi corazón y mi alma. Ternura sería la palabra.
Repito, tengo la fime convicciónde bucarte. La sola idea me hace senri radiante. Yo vuelvo. De verdad que vuelvo. Yo sabré llegar,
en su momento oportuno o no.
Los párpados se me cierran, me voy a dormir. Soñaré quizá con un a granja de patos de picos pintados corriendo tras de mi.