viernes, 30 de julio de 2010

Ausente por tiempo indefinido

No estoy para el mundo:
vacaciones por tiempo indefinido
invernando...

jueves, 29 de julio de 2010

Fotografía

No soy yo quien motiva esa toma
(en ese tiempo ni siquiera existíamos tú y yo)
No cambies esa foto, no.
Not yet.

Te veo

Te veo
y es como si te viera sin estar.
Estas.
Pero quizá es solo tu sombra.
Las sombras no pueden hablar.

Teoría de los signos de puntuación

Puntos suspensivos
Olvida el contenido de lo que pretendas narrar, pues éste no importa , sea un relato, una novela breve, una aventura de caballeros, una de suspenso, una colorida escena a lo Corín Tellado (con tacones y a lo loco), sea cual fuere el motivo, jamás debes culminar la descripción de una escena mediante el empleo del recurso de esa enigmática trinidad que de divina no tiene nada, de ese grupete de desaforados tres chiflados que intentan decir algo y al final no consiguen hacerlo (tres tristes tigres comen trigo en un trigal). Si buscas darle continuidad a tu historia, no la culmines con ellos jamás...
Punto seguido
Su empleo debe ser más bien esporádico, pues en ocasiones pareciera anticipar la continuación de una historia que quizá ya reclama ser cambiada por una distinta. En ocasiones puede (en contra de la intención de quien lo emplea) dar una falsa apariencia de comunidad de ideas o vinculación entre un estadío y otro. Si lo que pretendes es empezar una nuevas historia jamás recurras al punto seguido, míralo con desconfianza y huye de él donde lo veas. No hay nada mas vano que un punto seguido cuando no tienes la intención de otorgar una tregua. Lo males deben cortarse de raíz, no mediante el empleo de actos seguidos. Todo acto seguido trae aparejado una ineludible consecuencia y por ende, imposibilita su finalización.
Punto aparte
Este signo pretende aparentar una rudeza de pensamiento que no posee, una libertad de expresión que le permite brincar de un párrafo a otro sin que medie algún atisbo de remordimiento por las huellas que perdió en el camino.
Si tu intención es iniciar un brinco, deberá ser precedido por este signo, pero, cuidado, su uso debe aparejar un empleo responsable y maduro. No hagas lo que la mujer de Lot hizo: jamás mires atrás una vez comenzado el brinco...
Punto final
No dejarse engañar por la aparente simplicidad, pulcritud o apariencia de soledad y abandono de este signo. Su empleo es de todos los anteriores, el que debe ser más meditado. Tener en cuenta que por definición finalizar es rematar, cerrar o perfeccionar algo. Evitar en lo posible ser el rematado o convertirse en el local finalmente clausurado. Olvídate de procurar la perfección o redención mediante su empleo. Recuerda: no existen ni los finales ni las historias perfectas, pues ambos tienen su morada únicamente en los libros, que son un anexo de la imaginación y los sueños.
Háblame sin puntuación
Olvida el empleo de signos cuando me escribas

martes, 27 de julio de 2010

Tratado de la soledad

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.
La carencia. Alejandra Pizarnik.


En un inicio estaba solo
no existíamos nadie mas que la soledad y mi nombre
éramos como homo y ursus.
...
Luego llegaste tú
te hiciste amiga de la soledad y me pediste prestado mi nombre.
...
Una mañana desperté muy temprano
te habías marchado en el primer bus camino a Santa Fé.
...
Me dejaste una nota en la que me explicabas los motivos de tu proceder.
Mientras me afeitaba me miré por casualidad el rostro en el espejo del tocador
entonces cai en la cuenta que te habías llevado mi nombre.

lunes, 26 de julio de 2010

Todavía

Todavía llevo aquella sonrisa tatuada en el rostro
t-o-d-a-v-í-a.
...
todavía. (De toda y vía).
1. adv. t. Hasta un momento determinado desde tiempo anterior.

domingo, 25 de julio de 2010

miedo

Tengo miedo de correr la cortina
asomarme al balcón
observar con parsimonia el exterior
y sentir en mi rostro el aire purísimo de la libertad
escupiendo un deseo suicida a mi corazón.

El viento conoce el olor del miedo
cuídate del viento -dijo el miedo.

miércoles, 21 de julio de 2010

risa

Y sin embargo sonrío...

sol, amanecer

Odio los días como hoy, en los que amanece un pálido astro y se soslaya escupiendo sus rayos de sol en tu rostro.
¿Alguien tendrá el numero telefónico (facebook, twitter, lo que sea) del buen Rimbaud para que venga en mi auxilio y me ayude a insultar la belleza?

martes, 20 de julio de 2010

Y si...

¿Y si te hubieras atrevido aquella vez, las cosas serían distintas ahora?
Pos si...
¿Y si no te hubieras atrevido, si hubieras permanecido con la boca cerrada (en boca cerrada no entran moscas), si hubieras mirado hacia otra parte, si hubieras dejado de pensar en esa sonrisa, en la concavidad de su rostro, en las pequeñas pecas de su nariz, en la manera cómo posaba sus labios sobre tu mejilla al momento de decir "buenos días", te sentirías mejor de lo que te sentías ahora?
Pos no...
¿Y si aquella noche no te hubieras comportado como un torpe escolar en su primera cita, si te hubieras despedido de una manera diferente, si hubieras ahuecado la voz para hacerla más gruesa, si no hubieras ido a verla montado en esa estúpida bicicleta, si no te hubieras reído hasta la imbecilidad para ocultar tu nerviosismo, te hubieras marchado con la misma sensación de tener un agujero en el pecho?
Pos si...
¿Y si no hubieras entrado, si le hubieras hablado muy serio, si hubieras puesto un rostro de aquellos, si hubieras ensayado una mirada de circunstancias, si hubieras asumido una actitud moralista y defensiva, si hubieras tocado su puerta y gritado "heme aquí con los santos óleos", si hubieras vestido aquel día la sagrada túnica, si le hubieran dado cristiana sepultura en aquel momento, si hubieran cubierto el cajón con arena y cal y hubieran construido sobre éste un mausoleo, te sentirías de vuelta en la cotidianeidad de tus días?
Pos no...
¿Y si hubieras regresado sobre tus pasos luego que dijiste "adiós", si hubieras recorrido a zancadas los peldaños que acababan de despedirte, si te hubieras plantado una vez más frente a su puerta, si te hubieras armado de valor, si te hubieras olvidado por un momento de lo que te enseñaron los curas en el colegio, si hubieras sacado de tu mente la imagen de Moisés descendiendo del Sinaí con los diez mandamientos en versión blanco y negro (caracterizado por Charlton Heston), si le hubieras pedido otro abrazo (cual teletubbie), si te hubieras extraviado un instante más en la suavidad de su aroma, en la necesidad de su pelo, te sentirías ahora diferente?
Pos si...
¿Y si no hubieras sido tan directo (tan estúpidamente directo), si hubieras llevado bajo la manga un discurso ambiguo, si te hubieras iniciado una serie de maromas como un payaso, si hubieras invitado a formar parte de la reunión a la seriedad y después a la broma (e incuso a las dos al mismo tiempo), si hubieras tenido solamente preguntas y respuestas evasivas, si no hubieras ido al punto, te habrías marchado luego con unos gramitos menos de culpabilidad carcomiéndote el pecho?
Pos no...
¿Y si no tuviera esos ojos, si no te mirara de esa manera, si ésa no fuera la forma tan especial de su boca, si de pronto dejara de tener una historia, si se volviera más terrenal, si no te hubiera pedido ese abrazo sino te hubiera regalado un tórrido beso, sino sonriera de esa manera, si te hubiera mirado de lleno a la cara y con una mueca de cinismo ladino hubiera interrumpido tu explicación con un "mira, tú y yo somos adultos...", te resultaría más sencillo finiquitar esta fábula, cerrar este verso, descender los peldaños y colocar un final diferente a esta historia?
Pos si...
¿Y si en vez de llamarme de madrugada y contarme esta historia hubieras optado por acompañar su abrazo con un casto beso ("bueno, pero no se enoje"), si tu repentino impulso hubiera sido correspondido por otro igual de casto, igual de beso ("bueno, pero no me haga enojar"), si te hubiera observado con una mirada diáfana y deslizado al oído un "órale" muy quedo... estaría todo más claro en tu mente ahora?
Pos no sé.
Pos quizá me gustaría saberlo.

basta

Locura no es decir basta.
Locura es no poder hacerlo.
Locura es volverse loco porque algo no basta.

relación causal

Sigo intentando -sin resultados- averiguar la relación causal entre la aprehensión y la evacuación orgásmica.
...
Hablando más claro: no logro entender la vinculación entre el estado de nerviosismo y la necesidad liberadora de defecar.

lunes, 19 de julio de 2010

ojos de perro azul

¿Seguirás garabateando aquella palabra en las paredes desgarradas de tus sueños?
...
...
...

otro día mas

Otro día mas sin conciliar el sueño
...
...
que lejana parece la posibilidad
de hundir la mirada
...
...
en el black
más profundo.

sábado, 17 de julio de 2010

Teoría de la sopa (capítulo 1)

¿Recuerdas la noche que me invitaste a tu casa entre arrebatos, disfuerzos y alguna que otra sonrisa? De aquella velada tengo grabado en la mente el olor que expedía la comida, la sobriedad de tu mesa, tu manera de colocar los cubiertos y la inútil batalla en la que se enfrentaron poco tiempo después los fideos y nuestros labios.
Probablemente el atuendo que llevabas aquel día era el que convencionalmente utilizabas para ir al trabajo. No obstante, mi mentalidad ermitaña y de macho egocéntrico barajó por unos minutos una posibilidad distinta: que vestías aquella ropa de modo ex profeso. Que aquella noche te preocupaste de lucir particularmente bonita. Que no era una casualidad esa elaborada combinación de colores, el detalle de tu maquillaje recién repasado, el insufrible aroma que despedía tu cuerpo.
La cena transcurrió sin novedades. Mas bien con mucha risa. Debo hacer una precisión en ello: si bien generalmente suelo mirar a las personas a los ojos cuando converso con ellas, no ocurre igual cuando me río. Hay algo que no termino de comprender, una razón desconocida, una especie de fuerza oculta que me hace desviar la mirada una vez que mi boca se tuerce en una sonrisa.
Contigo ocurrió exactamente lo contrario: me gustaba mirarte mientras sonreías.
Todavía intento procesar la razón: quizá por observar la manera tan graciosa cómo se curvaba tu boca, quizá por la complicidad que se arrastraba en el ambiente o la tranquilidad de la situación que destruía en mi cualquier atisbo de aprehensión.
Había desde que iniciamos nuestras conversaciones algo que nos unía, una especie de pasado común que nos marcaba de manera violenta y que dirigía el curso de nuestros encuentros. No obstante aquel día hablamos muy poco de ello. Cosa extraña, pues lo que antes parecía una necesidad apremiante, se convertía ahora en una suerte de tema de segunda categoría. Algo de lo que en todo caso preferíamos no mencionar. ¿Había algún motivo que pudiera ser más importante que observar la forma en que reías?
Descubrí que había olvidado los tiempos en que sonreía de esa manera. No sabría definir de manera exacta las sensaciones que provocabas en mi, pero lo cierto era que proporcionabas bienestar a mi alma. Si hubiera sido médico hubiera sentenciado como en aquella novela de Kundera: "se receta al paciente una dosis diaria de bienestar en el alma: una cucharadita al levantarse y otra antes de dormir".
Me mostraste algunas viejas fotografías. Habían dos que particularmente llamaron mi atención. Tenías en la primera tal vez catorce o quince, me contaste que una amiga tomó aquella foto a modo de ardid para fotografiar a un antiguo novio. Lucías pícara, emocionada, rodeada de un halo casi virginal. En la segunda en cambio aparecías algunos años después, quizá de diecisiete o dieciocho. Me contaste que era una de aquellas fotos sin sentido, de las que uno se toma sin pensarlo, como jugando. Pensé mucho tiempo cuales habrían sido las circunstancias de aquel día: de qué manera te levantaste, con quienes interactuaste, cuál fue la razón que motivó que te encerraras en tu habitación, sonrieras de esa manera y captaras ese momento.
El resto de la noche transcurrió de manera extraña. De pronto nos pusimos ambos serios. Me dijiste adiós y me explicaste las razones por las que era conveniente no seguir viéndonos. Yo asentí con la cabeza y simulé total entendimiento. Luego me acompañaste hasta la puerta donde me despediste.
La noche no terminó ni en caricias ni en besos sino mas bien en un intercambio de castas sonrisas.

viernes, 16 de julio de 2010

Chao numero cuatro

- ¿Entonces te dijo chao por un tiempo? -pregunté.
- Si -contestó.
- ¿Y tú que respondiste?
- ¿Qué crees que respondí? -contestó, mirándome como si su pregunta aparejara una respuesta evidente. Que estaba de acuerdo, claro.
- ¿Y lo estas?
- No.
- ¿Entonces por qué le dijiste eso?
- ...
Me quedé mucho tiempo pensando en la conversación que sostuviera con X. Repasé con sumo cuidado cada uno de los argumentos que me esgrimió aquel día, tanto a favor como en contra de la posibilidad de verla, de seguir pasando el tiempo a su lado. Me parecía algo absurdo que dos personas que se atraían mutuamente y gustaban del tiempo juntos (de manera confesada y explícita) se vieran en la necesidad de "cortar por lo sano" su incipiente (o avanzada) amistad por el solo hecho de evitar sentirse confundidos.
Me parecía absurdo también que durante todo este tiempo hubieran tenido la necesidad de andar escondiéndose, como si fueran una suerte de criminales en busca de la redención, a espaldas de sí mismos, de los demás, del mundo entero: una suerte de castos amantes que se encierran en una habitación y pasan la noche en vela a los pies de la cama y sin tocarse. Todo era sencillamente ridículo. Pero más ridícula aún era la decisión a la que finalmente habían llegado luego de una conversación que comenzó entre risas y culminó muy seria.
¿Por qué la necesidad de ese ridículo chao, te veo luego, pero te veo después de otra manera? ¿Serían a partir de entonces los mismos, pero algo distintos? ¿Algo cambiaría? Y si nada cambiara ¿habría necesidad de un chao numero 2, un chao número 3 (como el de Mario) hasta llegar a un chao número 4? ¿Qué otros aspectos pueden restringirse dos personas que gustan de estar juntas? Digamos, en suma, descartando lo espectacular del contacto humano ¿da lo mismo verse en persona que hacerlo por Internet, por MSN, por el facebook o el twitter (que por cierto ninguno de los dos tenía ni hasta la fecha había aprendido a usar)?
Definitivamente había algo en todo ello que no acababa de comprender bien.
Pensé un poco en lo que X me había confiado en estos últimos días: la manera como se habían acercado, luego descubierto (a veces no hay orden preestablecido para ciertas cosas), la manera como habían aprendido a reírse de sí mismos, a reírse juntos, a reírse de los demás y después a mofarse el uno del otro. Una mañana vino agitado y me confesó como una revelación que hacia mucho no reía tanto y de verdad. Se notaba sinceramente feliz.
Intenté darle mas vueltas al detalle de mi última conversación con X. Recreé cada momento de sus palabras, como procurando buscar un significado oculto, un mensaje cifrado entre líneas que me ayudara a comprender la situación por la que pasaba.
- ¿Entonces te dijo chao por un tiempo? -pregunté.
- Si. -contestó.
Cerré los ojos y casi pude verla. Nunca mujer alguna me pareció tan pequeña: quizá por la fragilidad que transmitía, tal vez por el ligero temblor de sus manos o por la inmensidad que transmitían sus ojos asustados. Esta además nerviosa, quizá algo incomoda, como entre azorada y expectante.
De los dos, ella fue más valiente. Optó por hacerle frente a la situación. Él simplemente procuró ocultarse tras sus palabras, tras el lunar al lado de su boca. Fue mas sencillo oír primero y aceptar luego. Acatar en vez de intentar protestar. Decir por supuesto en vez de buscar alguna alternativa. Su silencio hizo el papel de cómplice pero a la vez de estúpido cobarde que se oculta tras las faldas de su abuela.
¿Acaso no hubiera sido más sencillo decir lo que pasaba por su cabeza que asumir ese papel de sorprendido, de alguien que recién se percata de una determinada situación aunque la ha tenido todo este tiempo frente a sus narices? ¿No hubiera sido mas sencillo decirle "Me gustas, ignoro aún la magnitud. Sólo se que me gustas. Comprendo tu decisión. Me gustas. No quiero -no me gustaría- perderte. Me gustas. Es agradable pasar el tiempo a tu lado. Me gustas. Parece como si te conociera de tiempo. Me gustas. Cómo me miran tus ojos inmensos. Me gustas. Cómo me siento contigo. Me gustas. Estuvo sabroso el postre que comimos. Me gustas. Deberíamos comer esa sopa mas seguido. Me gustas. No quiero crearte problemas, aunque creo que yo ya los tengo. Me gustas. Quizá te genere más confusión pero me gustaría más decirte 'hola' en lugar que decirte 'adiós'. Me gustas. Me gustaría no tener que dejar de verte y que no tuviera nada de malo el pensar en ello. De verdad que me gustas".
Abrí los ojos. Los vi sentados ambos. Ridículamente uno a lado del otro. Procurando articular un discurso que ninguno de los dos terminó de digerir. Intercambiando miradas de entendimiento. Diciéndose a cada momento "comprendo" como si de verdad hubiera algo que comprender. Los vi luego fundirse por un instante en un torpe abrazo ¿de despedida?. La vi cerrar la puerta ¿cuál puerta? A él bajar las escaleras ¿qué escaleras?. Lo vi intentando mirar algo desde la calle. La vi apagando las luces, de la cocina, de la sala, de su habitación. Los vi desnudarse, cada uno por su lado. Los vi mientras se acostaban. Los vi conciliar el sueño y soñar luego un sueño compartido y sin complicaciones.


miércoles, 14 de julio de 2010

Por qué el nombre de este blog

Algunos amigos y otras personas no tan amigas, pero lectores bien intencionados, me han preguntado el por qué del nombre de este blog.
El nombre de este blog tiene algo de masoquista, de bipolar, de depresivo y de malsano. El nombre de este blog surge como una necesidad, un grito de libertad, una expiación, una condena.
El nombre de este blog no fue elegido, trasciende a mi voluntad y mi cordura. Me permite saber -a mi pesar- que todavía persisto, que a cada noche (cada vez más larga) le sigue un nuevo día, que hay caminos que esperan ser recorridos, aceras que esperan ser aplastadas. Que no es el momento, yet.
El nombre de este blog me identifica, me hace -a mi pesar- colectivo y humano. Me sitúa en medio de una hermandad de desposeídos de la luz, de hikikomoris, ajenos al encanto y a la vida.
El nombre de este blog va dirigido a todos ellos y a ninguno, representa una necesidad de exilio, de voluntario aislamiento y de necesidad.
El nombre de este blog lleva el nombre de una historia que aún no escribo, es el título de una capítulo de mi vida, de una novela inconclusa: la tapa de un libro que me define como persona, como cadáver, como naúfrago, como mendigo, como perro o asesino.
El nombre de este blog pretende tener algún día algo que decir, dejar una huella, decir simplemente: aquí yo estuve. Pretende ser un espacio de soledad, pero también de compañía. Un lugar donde poder estar tristes, donde poder morir las veces que uno quiera sin que nadie te diga "hoy no, honey, hoy no es buen día para morir". Donde Lázaro vive y resucita cíclicamente. Donde los cadáveres se encuentran y se abrazan sin complicaciones. Donde los cuerpos ya extintos se desnudan de todo pudor y se recrean en un sexo espasmódico, mutilado de emoción y afecto. Donde puedes ser Dios y también su asesino. Donde esta permitido prohibir cualquier cosa, salvo las caricias y los besos.

jueves, 1 de julio de 2010

Si estás...

Si estás di... estoy
y correré a buscarte.
Si estás
sólo mueve la mano, desliza tus dedos,
respira muy fuerte
y para mí existirás de repente.
Si estás... no cierres los ojos
(para no verme)
no dibujes una sonrisa en tus labios
no frunzas las cejas
no arquees la frente.
Si estás... exclámame a gritos
(pero en silencio, para jamás enterarme)
hostígame con abrazos y besos
pero teniendo cuidado de nunca tocarme.
Si estás... permíteme caminar a tu lado
solamente
y cuidar de tus pasos
mientras el viento juguetea con ellos.
Si estás... promete no odiarme
promete aligerar tus sentidos
promete dejar que mis huellas te alcancen.
Si estás... no toques mis manos
(no quiero marcarte)
no escuches mis frases, no pienses en ellas
sólo deja que hablen.
Si estás... voltea un instante
(porque cuánto valen esos instantes, bien lo sabemos)
repara en mi sombra -quizá ya te llama-
advierte sus ojos vacíos
imprégnalos con tu contenido
deshoja dos flores azules sobre ella
y dile adiós con la mano, sonriendo...