lunes, 31 de marzo de 2008

Quisiera

Quisiera escapar por unos días, meter media docena de libros en una caja, mi computadora, muchas botellas de agua y partir hacia algún lugar donde el frío sea inclemente, donde llueva todos los días y la noticia más importante del día sea el nacimiento de algún animal. Y dedicarme a escribir y leer todo el día.
Quisiera volver a ser yo, pues intuyo –espero- que detrás de esta corbata, este traje atildado y esta máscara que me pongo todos los días para ir al trabajo, aun sobreviva, mi verdadero yo, ajeno a las circunstancias y al tiempo.

A veces recuerdo cosas

Recuerdo su mirada, cuando me decía te quiero sin palabras. La cólera que me invadía ese par de ojos que intentaban traspasar los míos buscado una respuesta, alguna señal afirmativa que complaciera a su gusto su necesidad de afecto. Recuerdo aquellas tardes –sofocantes- en el estudio de su padre, cuando me entregaba a un sexo espasmódico, brutal y sin sentimiento: sus “te amo” entrecortados, sus brazos, y sus manos, como odiaba sus manos entrelazándose en mis caderas, en mi cintura enroscándose en mi cuello, mientras me acariciaba la nuca. Recuerdo su aliento –nunca olió mal- pero por se una emanación de su personalidad, me producía un enorme rechazo, unas ganas de sacar a la bestia que había en mi interior.
Recuerdo cuando le grité, fue la primera vez que lo hice, esa mezcla de placer y miedo de saberla humillada, de haber penetrado hasta el fondo de su corazón y haberlo magullado, esa infinita sensación de poder que me produjo observar como encogía los hombros, como endurecía el mentón, como iniciaba un llanto cobarde que a partir de ese momento se convertiría en cotidiano.
A veces miro sus fotos, y me encuentro de frente con esa mirada y un sentimiento reprochable empapa mi alma: las ganas de morder, de gritar, de humillar se apodera de pronto mi ser. Luego una pena infinita, después las ganas de llorar. Vacío. Nada más.

Hoy

Hoy he venido muy animado. Lei algo de ti y me arrancaste una sonrisa. Luego lei algunas cosas mias y mi boca se contrajo en un rictus amargo. Hoy depues de mucho tiempo me he mirado al espejo. Soy el mismo pero he cambiado, el tiempo ha dejado sobre mi rostro sus primeras pisadas. Mi mirada es la misma, pero tambien ha variado. Mis pupilas no.
Me queda lo mirado: una sonrisa, un gritito inconfundible, aquella manera tan particular de sonreir, la foto de aquel anima que te hacia delirar de felicidad, un par de saltitos, dos manos que se juntan.
Me queda un viejo album de fotografias sobre el que debo ponerme a escribir una historia que tenga un final.

Tres veces

La he visto ya mas de tres veces
es la misma
pero a la vez es otra
el mismo pelo
las mismas patas motudas
aquel hocico gracioso que me hacia delirar hasta arrancarme una sonrisa
(y que dificil fue siempre arrancarme una sonrisa).
La he visto en los diarios
en algun centro comercial
la he visto paseando en las calles
y rodeada de alguno que otro animal.
La he visto y me ha mirado
con ojos de ausencia y sin reconocerme
persiguiendome con un ladrido
de no reconocimiento
y quizá de orfandad.

Ese caballito soy yo



¿Recuerdas ese caballito de madera que una vez vimos
mientras paseábamos por el centro comercial?
Ese caballito soy yo.
Aquel dia te burlaste de su simplicidad
de su relleno de trapo
de su cuerpo de basta madera
Ese caballito soy yo.
Quiza algún dia de estos
paseando colgada de algun otro brazo
te encuentres de frente con el mismo animal
y asomen frente a tus ojos los suyos
obstusos, carentes de vida y sin embargo como escupidos de una sonrisa
Y pienses que era yo aquel caballito de madera
de terco aliento animal
que alguna viste mientras paseabas conmigo por aquel gastado centro comercial.

lunes, 17 de marzo de 2008

Despues del silencio

Escribo después de un prolongado silencio. A veces me aterra como las personas podemos ser tan diferentes de lo que fuimos. Este año he escrito poco, casi nada, y sin embargo han pasado tantas cosas en mi vida que merecerían ser escritas. De libros muy poco, apenas unos cuantos cuentos, apenas algunas historias que tejí entre mis dedos.
Extraño esos días, definitivamente los extraño Hay noches en que me levanto con el dolor de una ausencia, hay noches en que me gustaría no tener sueño, como esas madrugadas en las que me desvelaba imbuido en una simple idea: terminar la historia. Hay noches en las que extraño algo inexplicable más allá de mis sentidos, en las que recuerdo su olor, la manera como me atraía, hay noches en las que la nostalgia se torna terriblemente perjudicial y me atormenta su ausencia.
Aquellos días. En esos días, parecía que la función de la historia era ser todo (el cuento) pensar en la historia, comer con la historia, soñar con la historia, vivir por la historia, hasta fornicar a la historia. Hoy todo ello es historia.
Recuerdo que un amigo me dijo una vez, mientras aún escribas, cualquiera que sea la naturaleza de tu escrito, aún puedes considerarte un escritor. Yo no sé si haya algo de literatura en los informes legales que a veces realizo, pero si sé que la literatura (como alguna vez la concebí) va haciéndose cada vez más difusa en mi vida y es algo que no puedo dejara de añorar, como esos sueños que recuerdas a medias cuando te levantas y que hace que pienses en ellos varias semanas de manera recurrente y nociva.
Pocas películas, pocos libros, poco de todo eso que me hacía ser yo. Vivo, gano algo más de dinero, tengo amor, pero ¿eso debe bastar a una vida?
No entiende. Nadie entiende, Esa necesidad de soledad que a veces me apremia. Para ella, para todos, esa cuestión es algo que debe ser tomado de manera personal. Nadie comprende. ¿Acaso la melancolía es mala, o lo es la soledad o lo es la necesidad de sentirse alejado de tanta mezquindad?
Hace no mucho escuché una cancón llamad Greta, de Myriam Quiñones y su bella letra me estallar en un llanto sin pensamiento. Esa noche lloré sin lágrimas, de culpa, de dolor, del recuerdo, de la sensación de soledad en el alma. Sin bicicleta, sin nada.
Me aferro a estas letras, es de madrugada y aunque sé que debo ir a dormir, me aferro, me aferro. Quizá vuelva a escribir algún día. La ironía se ha instalado en mi alma. Y planea pasar toda una temporada en el infierno con ella.

Ganas de eso

Tengo ganas de entonar una melodía sin contenido
De dormir un largo sueño y despertar muy cansado
De comer hasta la saciedad y dejar de parecer un hambriento
Quisiera ponerme a reír para después llorar sin remedio.

Canciones y sonrisas

Aquella canción
Todavía la pasan en la radio, ¿sabes?
Quizá en algún lugar tú también la oigas
Y signifique para ti apenas una sonrisa.

A veces imagino cosas

1. Imagino.
Imagino tu rostro sonriendo
Las cosas que te decía
el mundo de complicidad y nombres extraños
que creamos para engañar al tedio
Imagino tus manos -pequeñas-
tus pies -siempre tan cuidados-.
Imagino tu mentón endurecido
tus ojos pequeños
tristes (dos tristes tigres que comen trigo en un trigal)
Imagino tu rictus contraído
tu boca torcida por el sabor de tus lágrimas.
Imagino todo eso despierto envuelto en el sopor de tu ausencia.
Descuida, a vece simplemente imagino cosas.

12:00

Ese gallito azul del que una vez me hablaste ya debería haber cantado en mi oído hace muchas lunas...

Noche (primer acto)

Primer acto de la noche
enciendo el ordenador
escribo un para de palabras con ojos enrojecidos
aspiro de la noche
de la soledad y la noche
del recuerdo y lanoche
aspiro de ti, pero ya sin ti
aspiro de la inexistencia de tus contenidos.